DIARIO VASCO (2015-08-24)
¿Cómo llama una persona con sordera a Urgencias cuando sufre una emergencia? ¿Cómo le cuenta a su médico de cabecera o enfermera lo que le pasa? En la sala de espera, ¿cómo se percata de que es su turno y le están llamando? La mayoría de los ciudadanos ni se ha parado a pensar en las dificultades de comunicación que pueden darse entre el personal sanitario y los pacientes sordos que, como en otras facetas de la vida, se encuentran con una importante barrera cuando acuden a un centro de salud o a un hospital. La enfermera Raquel Ule tampoco se había percatado de ello, hasta que decidió realizar un estudio en Gipuzkoa, en el que constató estas dificultades que tanto enfermos como enfermeros tienen que sortear para lograr una buena relación terapéutica. Vista la situación, y para facilitar esa comunicación, «que es una herramienta imprescindible para proporcionar unos cuidados de calidad», ha ideado un pictograma para que pacientes sordos transmitan a médicos y enfermeras lo que les pasa de una forma rápida señalando los distintos síntomas.
¿Cómo llama una persona con sordera a Urgencias cuando sufre una emergencia? ¿Cómo le cuenta a su médico de cabecera o enfermera lo que le pasa? En la sala de espera, ¿cómo se percata de que es su turno y le están llamando? La mayoría de los ciudadanos ni se ha parado a pensar en las dificultades de comunicación que pueden darse entre el personal sanitario y los pacientes sordos que, como en otras facetas de la vida, se encuentran con una importante barrera cuando acuden a un centro de salud o a un hospital. La enfermera Raquel Ule tampoco se había percatado de ello, hasta que decidió realizar un estudio en Gipuzkoa, en el que constató estas dificultades que tanto enfermos como enfermeros tienen que sortear para lograr una buena relación terapéutica. Vista la situación, y para facilitar esa comunicación, «que es una herramienta imprescindible para proporcionar unos cuidados de calidad», ha ideado un pictograma para que pacientes sordos transmitan a médicos y enfermeras lo que les pasa de una forma rápida señalando los distintos síntomas.
Ule, vecina de Errenteria, se
está especializando en la actualidad en Salud Mental, residencia que lleva a
cabo en Vitoria. Precisamente se decantó por esta especialidad porque es una
rama de la enfermería «menos técnica de procedimientos», se trabaja mucho la
comunicación, aspectos como la contención verbal. Cuando tuvo que hacer el
trabajo de fin de carrera, tampoco le apetecía realizar una investigación
cuantitativa, sino que optó por otra cualitativa, «de hacer entrevistas,
abordar el aspecto humano, las relaciones...». Aunque muchos piensan que su
estudio se debe a algún caso cercano, «la verdad es que no tengo ningún
familiar sordo». La inquietud por esta realidad tan poco estudiada surgió a
raíz de una charla de una persona sorda «que nos contó que leía peor que un
niño de cuatro años. Siempre había pensado que con entregarles una hoja con las
indicaciones era suficiente, pero como supe después, no leen como nosotros».
Ule se ha centrado en el
colectivo de personas que utilizan la lengua de signos, personas con sordera
sensorial prelocutiva, que está presente antes de desarrollar el lenguaje. «No
saben que 'm' y 'a' es 'ma', aprenden de memoria. Por ejemplo, leen mayor de
edad y para ellos es una persona de 80 años, no que tenga más de 18. Con lo
cual cuesta mucho entenderse con ellos, especialmente con los mayores, porque
los más jóvenes han acudido al logopeda y están más preparados».
Para iniciar su investigación,
Ule se apuntó a un curso de lengua de signos en la UPV /EHU, y la profesora le
facilitó el contacto de una persona de la Asociación de Sordos de Gipuzkoa. Mientras
trabajaba en el ambulatorio de la Parte Vieja acudió un paciente sordo, a quien
también 'reclutó' para el estudio. En total, entrevistó a seis personas con
sordera y a otras tantas enfermeras, «y no hablé con más gente porque en las
investigaciones cualitativas se puede dar el fenómeno de saturación, y es que
cuando todos los entrevistados te repiten lo mismo, hablar con más no te aporta
nada».
En todo momento tuvo muy presente
el concepto de discapacidad de la Organización Mundial
de la Salud
(OMS), que no es solo que tengas una deficiencia, «sino que con las barreras
que les ponemos hacemos que tengan más discapacidad. Por ejemplo, si todos los
programas televisivos estuviesen en la lengua de signos, los podrían ver
perfectamente, pero como no los tienen...».
Ule subraya la importancia de la
comunicación en la relación terapéutica, «para de entrada hacer la valoración y
después para todo». Y la experiencia de las personas sordas en el ámbito
sanitario tiene sus puntos negros. «¡Están tan olvidados, hace falta tanta
sensibilización! Dicen que lo que echan de menos es falta de empatía por
nuestra parte, de que como profesionales de la enfermería no tengamos en cuenta
que se trata de una persona sorda a la que estamos atendiendo, por lo que
deberíamos hablarles más despacio, por ejemplo».
¿Y
si es una cuestión íntima?
El estudio recaba
distintas experiencias negativas. «Asumen que para entenderse tengan que ir
acompañados de un familiar o de un intérprete, pero muchas veces nosotros le
hablamos directamente al acompañante, cuando el enfermo es él». Existe pues la
sensación de ser el convidado de piedra cuando se trata del protagonista del
acto médico. ¿Y qué pasa si tienen que consultar un problema íntimo? «O puede
que haya quien dude de que el familiar o el acompañante no les transmita toda
la información que está dando el médico o enfermera».
Aunque la comunicación con el
médico de cabecera y la enfermera de referencia puede ser más fluida, acudir a
una consulta nueva o al especialista puede resultar especialmente duro. «Una
persona sorda me relataba los nervios que había pasado y que había ido un par
de horas antes para explorar la sala de espera y colocarse en un sitio
estratégico para leer los labios y saber si le estaban llamando o no. Casi les
crean más estrés esas barreras que la propia enfermedad», lamenta la enfermera
guipuzcoana, quien pone otro ejemplo, en este caso el de un paciente ingresado.
«Habitualmente a los pacientes se les dice que vamos a darle un fármaco
concreto y para qué, pero si se trata de un enfermo sordo no se le explica».
Todo ello, subraya, se debe en
gran parte a los sentimientos «de miedo y de frustración» que afectan a ambas
partes. «A la nuestra, porque queremos cuidar a estos pacientes como a los
demás, pero como no tenemos las herramientas necesarias nos da miedo, y nos
frustramos porque sabemos que no vamos a dispensar los mismos cuidados. Y ellos
también sienten miedo y frustración, porque quieren que se les atienda en
condiciones y muchas veces no lo consiguen».
Y en enfermería la comunicación
es «superimportante», en la educación para la salud, para dar consejos... «Es
una barrera invisible. Si no hay una rampa y sí escaleras ves que ahí hay una
barrera, pero no nos damos cuenta de que quizás poner números en las consultas
en vez de llamar a viva voz a ellos les facilita mucho».
Tras finalizar el estudio, que
para sorpresa de su autora recibió el premio del público en las VII Jornadas de
Investigación e Innovación Enfermera Conocer-Nos, Ule se planteó en qué modo
podría contribuir a mejorar la situación. Y se le ocurrió crear un pictograma
que considera que se puede usar en distintos servicios, aunque lo ideó
principalmente pensando en el de Urgencias, «donde es primordial hacer una
valoración rápida». «Ponte que te caes en la calle: si habitualmente ya estás
muy nervioso, imagínate si eres sordo», explica.
El pictograma cuenta con signos y
dibujos que permiten comunicar síntomas y otro tipo de información. «Por
ejemplo, puedes señalar que has tenido vómitos, incluso el color, por si hay
sangre, y cuántas veces con el número o el día de la semana en los que
comenzaron... También sirve para indicar información importante, como si tienes
alguna alergia o eres diabético. O para que el médico indique el siguiente
procedimiento. Permite hacer una valoración más rápida».