noticias de alava (2015-08-17
Pérdida
de visión, de movilidad, de sensibilidad, temblores, rigidez, espasmos. Son
solo algunas de las particularidades con las que viven las personas con
discapacidad y que requieren atención sociosanitaria. Sin embargo, según las
conclusiones del encuentro Acercando
la Sexología a la Discapacidad, celebrado el pasado 7 de julio en Bilbao,
hay un ámbito que siempre queda pendiente: la sexualidad. Es más, abundan en
que los profesionales de los centros médicos ni siquiera se sienten preparados
para abordarlo.
“Siempre parece que
hay cosas más urgentes, ¿pero dónde queda la convivencia, lo cotidiano y la
interrelación que conforman el núcleo familiar?”. María Paz Giambastiani tiene
esclerosis múltiple desde hace 10 años. En la actualidad, es presidenta de la
asociación Discapacidad Sin Distancia. Desde su experiencia, asegura que no se
habla de la sexualidad de las personas con discapacidad ni desde las entidades
ni desde los profesionales que intervienen en la atención sociosanitaria. “Es
un tema tabú hasta dentro del propio colectivo”, confiesa.
El mantener esta
cuestión en la trastienda ha hecho que pululen muchos mitos, entre ellos, por
ejemplo, que las personas con discapacidad son asexuadas. “Pero no lo somos”,
asegura María Paz. No obstante, las consecuencias de esta creencia son
palpables. Una de ellas sería la exclusión de las mujeres con discapacidad de
los programas ginecológicos de prevención del cáncer de cervix. “Como imaginan
que no vamos a mantener relaciones sexuales no nos ofrecen ese servicio”,
critica. Algo similar ocurriría con distintas especialidades neurológicas y
ginecológicas, en las que, en general, no se abordan la realidad sexuada y la
erótica de estas personas como tal.
Pero las
dificultades van más allá, abarcando, entre otros aspectos, la accesibilidad a
las máquinas expendedoras de preservativos de los baños. “Se encuentran a una
altura que para alguien con silla de ruedas es imposible acceder”, explica
María Paz. Asimismo, recuerda que la ropa sigue sin estar adaptada a las
personas con discapacidad y que los zapatos especiales son más masculinos que
femeninos. “Estos productos no están hechos pensando en el carácter sexuado de
estas personas”.
Sensibilizar y
generar un diálogo que analice y reflexione sobre este tema, esas son las vías
a seguir que propone María Paz. “Hay que empezar a poner el tema sobre la mesa
y acabar con la autocensura”.
“A LAS
BRAVAS” Igor Nabarro es un
gasteiztarra de 36 años. A los 17 tuvo un accidente que cambió su vida y desde
entonces vive con una lesión medular. Como en tantos otros casos, los médicos
dedicaron mucho tiempo a su rehabilitación física y también tuvo atención
psicológica, pero recuerda que en ningún momento le ayudaron a adaptarse en el
plano de la sexualidad. “La única rehabilitación ‘sexual’ que había era con el
fin de poder acceder a la paternidad, nada más”. Por ello, comenta Igor, tuvo
que aprender el resto “a las bravas”. Precisamente, esa fue una de las razones
que le empujó a formarse como sexólogo.
Desde el punto de
vista de Igor, a nivel de vivencia de la sexualidad se podrían clasificar las
situaciones de discapacidad en dos grandes grupos: las discapacidades
sobrevenidas o adquiridas y las discapacidades congénitas o de nacimiento. En
el caso de las sobrevenidas, asegura que en un primer momento la palabra clave
es frustración. “Se intenta volver a la erótica de la misma manera que antes y
muchas veces no se puede”. Ello hace que la persona no se sienta un hombre o
una mujer “al completo”, sobre todo cuando la discapacidad afecta a las
funciones reproductoras o a sus relaciones íntimas. “Y socialmente se pone en
entredicho su masculinidad o feminidad”. Sin embargo, continua Igor, esta
frustración se alarga en el tiempo cuando no hay un acompañamiento en el ámbito
de la sexualidad y de la erótica y la persona persiste en reintentar fórmulas y
modos anteriores. “Para superarlo, es conveniente dejar de lado esa visión
genitalizada y coitocéntrica del placer que nos limita y ampliar el catálogo
erótico”. Besos, caricias, masajes, prácticas bucogenitales. “Más allá del coito
hay una infinita cantidad posibilidades tanto o más satisfactorias que el
coito”.
En cuanto a las
discapacidades congénitas, Igor afirma que el mayor problema es la visión que
tiene la sociedad de la sexualidad de estas personas: “O piensan que no les
interesa desarrollarla en absoluto, como si la discapacidad anulase el deseo, o
que tratarla es abrir la caja de Pandora”. Estos pensamientos se dan, sobre
todo cuando se trata de discapacidades intelectuales, debido a la ocultación y
la prohibición que estas personas han sufrido incluso por parte de su entorno
más cercano. “Al no dejarles desarrollar la sexualidad de manera natural,
privándoles incluso de su propio cuerpo, es habitual que aprovechen la mínima
posibilidad para experimentar”.
RELACIONES
AFECTIVAS Más allá de la
erótica, otro punto importante dentro de la sexualidad de las personas son las
relaciones afectivas. Según Igor, está muy ligado al concepto de educación
sexual inclusiva: hasta que no se considere a las personas con discapacidad
como personas sexuadas seguirá existiendo una gran barrera. “A día de hoy
todavía se ve con extrañeza que una persona con discapacidad ligue o que quiera
ligar”. Más aún, si se trata con alguien que no tiene ningún tipo de
discapacidad. “Hay que apartar el miedo y la vergüenza y erradicar la
ignorancia”.
De la misma opinión
que Igor es José Antonio Espinosa, miembro de Bizkel, la asociación de
lesionados medulares de Bizkaia. “La sexualidad es un tema tabú, pero tiene que
dejar de serlo”. Admite que ya se están dando los primeros pasos, aunque
considera que van demasiado despacio. Por ello, apoya un servicio de
“asistencia erótica” con el fin de afianzar lo logrado y acelerar este proceso.
“Del mismo modo que se pone una rampa en un centro comercial, hay que dar apoyo
para facilitar ese acceso a la sexualidad como necesidad humana”.
Ciudadanos de
segunda fila. Así es como José Antonio considera que se trata a las personas
con discapacidad. “Si a nivel social estamos discriminados, en el plano sexual
se nos ignora totalmente”, critica. Para darle una vuelta a la situación,
recalca que “hay que cambiar de chip” y para ello aboga por dejar de lado el
sistema asistencialista, el paternalismo y la infantilización para apostar por
una educación sexual inclusiva y un servicio de “asistencia erótica”. “Igual
que comer y el resto de las necesidades básicas de la vida, el sexo es una
necesidad más para nosotros también”.