Javier Delgado y Arkaitz Erice
han sido dos de los nombres propios de 2015. Más allá de victorias o derrotas,
o de un resultado concreto. Porque estos dos guipuzcoanos han dedicado sus
esfuerzos deportivos a ayudar a gente necesitada. Concretamente a Jara Tomé,
una niña irundarra que sufre una enfermedad ultra rara denominada SHUA
(síndrome hemolítico urémico atípico), y a Markel Merino, un chaval lezotarra
que sufre una severa parálisis cerebral. Tanto Javier como Arkaitz han logrado,
a través de sus retos solidarios, no solo dinero. Hablan de implicación, de
compromiso, de esperanza. De ilusión y de sonrisas. Todo ello mientras han dado
a conocer dos historias de un chico y una chica que necesitan ayuda.
Javier Delgado se ha
metido entre pecho y espalda miles de kilómetros nadando, en bici y corriendo,
tanto de entrenamiento como de competición. Es un triatleta que disfruta con la
larga distancia. Hasta cinco Ironman ha disputado, además de completar la
subida al Pico Veleta -una carrera durísima de 50 kilómetros cuesta
arriba- y organizar un maratón de spinning solidario
en su Irun natal. Todo por echar una mano a Jara, una niña irundarra de 13 años
que tiene SHUA, una enfermedad que apenas 150 personas tienen en el Estado. El
dinero recaudado lo ha destinado a la investigación de esta enfermedad que
obliga a una fuerte medicación a sus pacientes, lo que puede provocar a la
larga problemas en diversos órganos. Arkaitz Erice, por su parte, se propuso
recorrer junto a dos amigos el pasado mes de marzo 100 kilómetros por
Oarsoaldea (salieron de noche y llegaron cuando comenzaba la carrera de montaña
Lezo-Jaizkibel) para ayudar a la familia de Markel, además de organizar unas
cuantas jornadas solidarias, la última este pasado sábado.
“En mi vida hubiera
imaginado no solo la ayuda de la gente, sino su implicación con estas
historias. La gente tiene ganas de ayudar. Estamos hartos de tanta crisis y
tanta política. A mis hijos les inculco que ayudando te haces mejor persona. No
solo es soltar diez euros, sino implicarse de más maneras. Claro que es un tema
económico, pero no voy solo a eso, también es sentimental. El día que hice los 100 kilómetros lo
viví a tope. Por todo, por la emoción, por la gente, por el esfuerzo que me
supuso...”, comenta Arkaitz en presencia de Javi. Son amigos y comparten esa
filosofía de vida. “Una cosa era conseguir dinero para Jara, que por supuesto
era necesario para la investigación, y otra la difusión de la enfermedad. A día
de hoy, soy el primer abrumado de toda la repercusión que ha tenido. He tenido
muchísimo apoyo y miles de personas conocen a Jara y su enfermedad, y todo a
través del deporte. Para mí ha sido mucho mayor la motivación para las
carreras, la posición final es lo de menos. Hay gente que me dice que me
intente clasificar para el Ironman de Hawai, pero no es algo que me motive. Me
llena más lo que he hecho”. comenta Javier.
“Me quedo con que
hayamos dado pie a esas familias a que tengan un pelín de esperanza. Con
Markel, por ejemplo, hace dos años sus padres estaban hundidos. Creo que hemos
hecho que disfruten más de la vida. Ahora a ver si sacamos dinero para una
silla con la que el chaval se puede poner de pie”, cuenta Arkaitz, muy conocido
en Lezo por su implicación en todo tipo de iniciativas y actividades, lo que ha
ayudado a que el reto solidario de los 100 kilómetros
tuviera un eco importante. Tanto él como Iván Angulo y Josu Andueza fueron
recibidos como héroes unos minutos antes de darse la salida de la
Lezo-Jaizkibel. Javier, por su parte, se ha sentido “abrumado” por la
repercusión que ha tenido sus distintos retos a lo largo de 2015: “Pensé que
era una historia que se iba a quedar en la comarca del Bidasoa y ha llegado a
miles de personas, gracias también a las redes sociales, donde me he movido
bastante. Allá donde he ido, la organización de cada carrera ha tratado de
difundir mi historia, el apoyo ha sido increíble en todos lados”.
La guinda ha sido un
reportaje en la revista Runner’s World junto
a otros cuatro atletas con interesantes historias que contar. “Para mí es un
gran premio que se hable de Jara en la revista de correr que más se vende en el
mundo”, destaca: “Porque la verdadera protagonista de esta historia es ella,
aunque yo haya sido su imagen. Me quedo con que sus padres han estado
ilusionados con esta historia y que Jara, que es una niña tímida, ha ido
sonriendo cada vez más con el paso del año”.
MÁS
RETOS PARA 2016 Para Arkaitz y Javi, las carreras de
larga distancia que suelen afrontar ellos son “como la vida”: “Hay momentos
altos y bajos, pero te levantas”, destaca el lezotarra. “¿Los Ironman me
preparan para la vida o al revés? Ambas”, dice por su parte el irundarra: “Mi
fuerte en las carreras es la cabeza. La preparación y la alimentación es
importante, pero igual más el tema psicológico. Yo lo trabajo mucho. A partir
del kilómetro 20 de las maratones, que es el momento más duro de cualquier
Ironman, suelo adelantar a bastante gente. Muchas veces salgo a entrenar solo
pudiendo hacerlo en grupo porque así aprendo a sufrir de cara a las pruebas que
disputo”.
Estos dos
guipuzcoanos tienen muy claro que, tras la experiencia de este año que acaba,
en 2016 seguirán aportando su granito de arena. “Este año me quedo con la
sensación de que lo que hemos hecho ha servido, que no hemos perdido el tiempo,
y mientras tenga fuerzas seguiré ayudando. El último fin de semana de mayo voy
a correr 24 horas seguidas. Hemos pensado un circuito por Oarsoaldea, de 25 kilómetros más o
menos. Saldré un viernes a las siete de la tarde y acabaré el sábado a la misma
hora. Lo hago solo, aunque estaré en muchos momentos acompañado. Lo haré por
Markel y por la asociación Juneren Hegoak. Y alguna sorpresa más habrá a lo
largo del año. Algo tengo pensado. Para mí esto supone valores que van más allá
de comprarte una casa o de tener dinero para ir a cenar por ahí. Mientras me
queden fuerzas, seguiré ayudando”.
Javier Delgado, por
su parte, tiene más retos en mente: “Mientras haya salud, seguiré ahí. Ahora
cierro el ciclo de un año con Jara. Echando la vista atrás, veo que hemos
conseguido que se sepa quién es Jara, su enfermedad... hemos logrado la
implicación de mucha gente. Estoy buscando una asociación o una persona por la
cual correr. Quiero una historia concreta, porque llega a más gente. Y a partir
de ahí haré un calendario de pruebas, dependiendo de la economía. La
inscripción en un Ironman es cara (entre 350 y 600 euros) y veremos qué hago.
Tampoco se trata de ver quién hace más cosas, que si este hace 100 kilómetros yo
voy a hacer 200. Se trata de ayudar, nada más”.